lunes, 3 de febrero de 2014

Siempre recibes lo que mereces, ni mas, ni menos.

La vida que vivimos es nuestra, es un regalo del Universo y cada uno tiene el poder de vivirla como quiere.
Desde que nacemos hasta que morimos, cada ser va tejiendo un camino, siguiendo un sendero, sorteando los baches, tropezando con alguna que otra piedra y forjando en su andar unas relaciones.
Cada uno toma la decisión del camino a seguir: estudios, profesión, carrera, familia, hijos, amistades, etc, etc, etc... Nosotros tomamos las decisiones que creemos oportunas, elegimos aquellas cosas que creemos que nos harán felices. Si nos equivocamos, desechamos, rompemos, tiramos y volvemos a construir. 
Y así, una y otra vez..., hasta el fin de nuestros días

Lo que está claro, es que todo lo que ocurre a lo largo de nuestra vida, es decisión nuestra. Cada uno de nuestros actos, son una elección.  Tú decides tu camino, por lo tanto sólo tú eres responsable de lo que sucede en el.
Pero para ésto, casi nunca se está preparado.

Debes asumir que todo lo que pasa en tu vida, es tú responsabilidad. 
Debes entender que si algo sale bien o sale mal, depende de tus decisiones.
Debes aceptar que según tus actuaciones, así se encaminará tu vida.
Debes responsabilizarte de tu actos, porque todo lo que das, viene a ti devuelto y normalmente multiplicado.

Y aquí es donde me quiero detener en ésta reflexión. En el don de dar y  las exigencias del recibir.

Hay personas que nunca dan nada. O dan todo por hecho. No hacen nada, ni para bien ni para mal. Personas que normalmente, no están a altura de ninguna circunstancia. Son tibias o frías, no expresan emociones, sentimientos, ni los demuestran a las personas que se supone que quieren. Son herméticas, no hablan, no comparten sus pensamientos o necesidades. Y cuando alguien de su entorno mas estrecho tiene problemas, simplemente es invisible.
¿Pasa de todo?  ¿No le importa? O ¿Simplemente no sabe o no quiere demostrar lo que siente?

Sea como fuere, lo que acaba ocurriendo es que al ser invisible, el entorno aprende a vivir sin contar con esa persona. Se hace prescindible hasta el punto, incluso, de desaparecer.

Ahora bien, cuando esa persona invisible es la que sufre un golpe en su vida, por cualquier motivo, te das cuenta que es humana, que sufre y padece como cualquier mortal aunque siga sin dejar que entres y traspases su círculo personal. Te das cuenta que tiene sentimientos, porque los muestra en un momento de flaqueza... hasta que algo lo devuelve de nuevo a su burbuja personal.

Pero ¿qué pasa cuando además exigen apoyo y empatía?, ¿qué pasa cuando te dicen "es que tú no me apoyas", "es que tú no me entiendes", "es que tú no has estado a la altura"... Y yo pregunto, ¿tú sí?

No nos podemos quejar cuando no recibimos algo que nunca hemos dado.

¿Has dado tú, tu apoyo a los demás?
¿Has empatizado con los problemas de otros?
¿Has comprendido a la otra persona cuando pasaba por un momento duro?
¿Has abierto tus brazos cuando otros  han necesito calor?

Si la respuesta es NO, ¿qué estás esperando ahora?

No es una cuestión de venganza, es reciprocidad. Si yo te doy una mano (a pesar de no merecerlo) y tú me la pisas, no esperes luego que te un brazo. 

Todos somos libres de hacer y deshacer a nuestro antojo. Todos somos libres de dar o no cuando lo deseamos. Todos somos libres de vivir nuestra vida como queramos en todo momento. 
Es tu elección y es plausible, pero cuando no recibas lo que tú NO das, no te quejes.

En la vida hay una rueda que funciona perfectamente. Todo lo que damos nos viene multiplicado.  Hay quien no devuelve lo que recibe, pero quien da, siempre lo recibe por cualquier otro lado, no importa el canal, siempre viene de vuelta. 
Cuando lo que das es bueno, puedes estar tranquilo/a que todo lo que te venga de vuelta, será bueno. Aunque a veces vengan situaciones difíciles, entiéndelas como un regalo, porque estás aprendiendo algo.

Si no quieres dar, o lo que das es malo, luego no te quejes, no pidas, no exijas, porque estarás recibiendo justo lo que mereces... ni mas, ni menos!

Si eres de los que dan a manos llenas y sientes la incomprensión de alguien o en algún momento decides que alguien no se lo merece, si no te apetece o no te nace... No lo hagas. Sin sentimientos de culpa, no lo hagas.
Tampoco te enfades, ni sientas frustración, es algo que forma parte del aprendizaje de esa persona, no te corresponde a ti.

El Universo siempre encuentra la forma de poner todo en su justo lugar. Mientras yo, disfruto del proceso, tranquila y en Paz.










No hay comentarios:

Publicar un comentario