Cuando elegimos un
camino en nuestra vida, nos vamos rodeando de semejantes a nosotros. En nuestro
crecimiento, ya sea laboral, profesional, espiritual, emocional, personal, etc,
nos vamos encontrando con aquello que nos aporta y suma en cada una de nuestras
experiencias, así como personas que van completando y enriqueciendo cada uno de
nuestros pasos.
En algún momento, mas
tarde o mas temprano, las relaciones se desordenan, la vida se torna algo
caótica, empezamos a no encontrar ese lugar perfecto o de confort… de forma que
empezamos a tener lo que yo llamo siempre “nuestro cajón desastre”, un cajón
que antes encajaba a la perfección, o eso creíamos, y que ahora, después del
desorden, nos toca recolocar. Como en cualquier otra limpieza, tomamos lo
viejo, usado o aquello que ya no nos
gusta o no nos sirve y lo tiramos, regalamos o cedemos a otras personas que puedan
hacer uso de ello, ¿verdad? Pues en la vida es igual, cuando nuestro camino va
tomando curso, un día todo se desordena y nos toca recolocarnos donde queremos
estar y normalmente, lo hacemos varias veces a lo largo de nuestra vida. Esto incluye a las personas. Amistades que
antes te aportaban, ya no lo hacen. Personas que antes no encajaban en tu vida,
ahora son como una pieza perfecta para tu puzle. Situaciones, momentos y
vivencias que antes se te hacían extrañas, hoy son tu sustento y necesidad
básica. Gente que ya no deseas o no necesitas a tu lado, y otras que sin saber
cómo…empiezan a ser esa parte imprescindible de tus días, de tu vida, de tus
momentos, porque alimentan el alma…
En toda ésta
re-organización, hay un factor importantísimo y es que, aunque alguien no
piense como tú, hay que respetar su opinión. Cuando algo no vibra conmigo, no
me interesa o no me aporta nada… simplemente me retiro, sin acritud, incluso
hay personas que acabo eliminando del todo de mi vida, porque nuestra presencia
mutua, no nos aporta absolutamente nada, ni a unos ni a otros y lo que tuve
claro hace ya algún tiempo fue, huir de los conflictos como del agua hirviendo.
Porque los conflictos, las discusiones que no nos llevan a ninguna parte, las
batallitas a ver quién tiene la razón y esas conversaciones donde se dice lo
mismo pero se discute el modo, no son mas que pérdidas de tiempo que sólo roban
energía… preciosa energía!.
Entonces, hace algún
tiempo, eliminé de mi vida a un conocido que no amigo, licenciado en psicología
que inició una campaña en contra de los libros de autoayuda. Yo quedé horrorizada, porque aunque es verdad que hay
a quién no le ha servido, a mi cada uno de los que ha caído en mi mano, me ha
ayudado a dar pasos tan gigantescos que cambiaron mi vida por completo. No
porque el libro fuera milagroso, sino porque yo me abrí de tal manera a aquella
escritura que empecé a cambiar la forma de ver las cosas, cambié la forma de
enfrentar los problemas, salí de zonas oscuras que jamás había visto y que
gracias a esa lectura y a mi mente abierta (por supuesto) salí de muchas cosas.
La cuestión para mí
es… si esos libros, tocaron en mi un interruptor que hasta ahora nadie había
podido tocar… qué tienen de malo los libros de autoayuda? Qué es lo peor que te
puede pasar? Pues haberte gastado 15 euros en un libro que cogerá polvo en tu
vitrina y que te habrás aburrido solemnemente leyéndolo!! Es grave? Hay quien
se gasta 40 euros en una comida y estaba malísima! O 10 euros en un cine y se
quedó dormido de lo mala que era la película... pues lo mismo, no?
Pero, y si ese libro
hace que tu hijo duerma después de un año de insomnios. Y si ese libro hace que
dejes de fumar. Y si ese libro hace que salgas de una depresión y hoy seas mas
feliz que en toda tu vida. Y si ese libro hace que cambie tu perspectiva
negativa de la vida? Y si ese libro abre tu mente y te hace ver cosas que antes
no veías? Y si sólo leerlo te hace sentir mas gratitud o ver todo lo
maravilloso que tienes a tu lado y antes no veías. Y si ese libro te lleva a
estudiar otras cosas y encontrar tu razón de ser en la vida. Y sí… y sí…. ¿Qué
tiene de malo?
Aún horrorizada dije “disculpa
que no apoye tu iniciativa, cómo voy apoyar algo en contra de libros que a mí
me han ayudado de verdad?”
¿Qué pensarías si un
católico llena el muro de un ateo de imágenes de Jesús, de sermones
eclesiásticos y de pasajes de la biblia?
Tu libertad termina
donde empieza la mía. Cuando compartimos, debemos hacerlo con semejantes, con
aquellas personas que creemos están en la misma frecuencia que nosotros. Pero
que yo hoy, haya recibido dos invitaciones a eventos que nada tienen que ver
conmigo de éste señor que va en contra de todo en lo que yo creo…
¡¡terminen ustedes la
frase!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario