sábado, 25 de abril de 2015

Tu libertad acaba cuando tus palabras hieren a los demás y no proporcionan ningún bien.


Quizá la palabra odio sea muy fuerte para ésta reflexión de hoy, pero la frase de Hermann Hesse me da el pié perfecto a algo que llevo casi un mes reflexionando y cuando llevas tanto tiempo meditando circunstancias, vivencias propias y ajenas, observando y "estudiando" al ser humano tanto como a ti misma, llegas a conclusiones y descubrimientos como si fueras el primer Cristóbal Colón de la tierra. Y lo que me queda aún mas claro con ésto, es que cada uno tiene sus propias enseñanzas, sus tiempos y momentos en los que llegar a puerto.

"Cuando odias a una personas, odias algo de ella que forma parte de ti mismo" ¡Absolutamente cierto!
Cuando tenía una carácter más visceral, en el que todo me molestaba y prejuzgaba a todo el mundo y me atrevía a dictar sentencias, lo que estaba haciendo era culpar a otros de las cosas que tenía que cambiar en mí. 
Cuando cambié en mí las cosas que no vibraban conmigo, empecé a abrazar al ser humano de otra manera, dejé de juzgarla, dejé de criticarla, dejé de sentenciarla y aprendí que cada uno debía vivir SU vida como estimara oportuno.
¿Cuándo viene el conflicto? Cuando lo que tú haces me implica o me incumbe o me hace daño. 

Cuando un ser humano le dice a otro todo lo malo que ve en él, creyéndose con el derecho de hacerlo, sólo porque así lo piensa o lo cree, no se está dando cuenta que todo lo que ve en esa otra persona, es un fiel reflejo de si mismo. Ni más ni menos. 
Somos espejos unos de otros, lo que no te gusta de mí cámbialo en ti, porque el problema realmente lo tienes tú. 

A veces dos personas chocan porque son iguales, porque sus defectos y virtudes se asemejan y al chocar en el defecto  discuten. Pero al compartir virtudes, tienen la capacidad de pedir perdón, hablar y reconducir sus caminos juntas. Porque  no hay lucha de egos, simplemente chocan por el gran parecido.

Hoy, después de éste tiempo de reflexión llega a mis ojos ésta imagen de Hermann Hesse en la que su simple frase me deja más claro aún mi aprendizaje y llegada a puerto. Y es que, si yo respeto y trato con amor a los demás, aún sin estar de acuerdo en cosas que hagan o digan, lo mismo pido para mí. 

Porque no es lo mismo hablar de lo que a mí me hace daño y compartir lo que a mí me incumbe que sentenciar y hacer juicios de valor ajenos e injustos. 
No es lo mismo tratar de limpiar y acondicionar la parcela de MI vida, que ir hablando de la parcela y suciedad de los demás.
No es lo mismo hablar, ser y sentir todo lo que tenga que ver con los míos, que permitir que otros los ofendan y sentencien.

Porque tu libertad acaba donde empieza la mía y libertad no es decirle a otro lo que tú piensas si a ti no te incumbe, ni te roza ni te importa, cuando eso hace daño a otros. Tu libertad acaba cuando tus palabras hieren a los demás y no proporcionan ningún bien. 
Porque si lo que vas a decir hace daño, es mejor callar. 

Cuántas cosas me habré callado, que he sufrido y no he dicho, por no hacer daño...




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